El sutil sentimiento de añoranza y nostalgia que despiertan los lugares abandonados es algo que siempre me ha fascinado. Y es una sensación que no aparece de igual modo en un enclave histórico, sino que surge frente al abandono y el olvido. Creo que en estos casos la intrascendencia y la futilidad se hacen más presentes y resurge ese sentimiento escondido de lo absurdo que hay en el ser humano.
Intelhorce fue la respuesta de Franco a la ciudad de Málaga para dotarla de una importante industria textil. Esta fabrica creada en 1957, con 80000 metros cuadrados daba trabajo a 3000 personas y tras muchas vicisitudes sobrevivió hasta el 2004 cuando arruinada y en un mar de querellas, finalmente desapareció.
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