Desde el día 19 al 22 de Mayo de 2016, Ronda se engalanó de fiesta y sus gentes como trasportadas en el tiempo invadieron sus calles vestidos, que no disfrazados, como era propio en el siglo XIX, reviviendo una época de bandoleros y campesinos, de clases sociales muy marcadas y con una lucha común: el invasor francés.

Era el tercer año que se celebraba esta vuelta al pasado, este viaje al romanticismo. Ignoró como fueron los años precedentes pero lo que sí puedo afirmar es que este año fue increíble. Además de la población rondeña, de por si extensa, se dieron cita los pueblos de la comarca escenificando por las calles acontecimientos históricos y traumáticos que quedaron en la memoria de las gentes.

Para los amantes de la fotografía es un encuentro muy gratificante porque además de la autenticidad de lo que vemos, debemos señalar la predisposición de sus gentes siempre dispuestas a ser fotografiadas, o a disparar sus trabucos para sorpresa de los visitantes.

Un festival de luz y color bajo el cielo de la primavera andaluza y con más frontera que los límites de nuestra imaginación.